lunes, 28 de noviembre de 2016

Mientras me dirigía en su encuentro, caminaba cabizbajo pensando en mil cosas y susurraba una vieja melodía que siempre resuena en mi interior, sobre todo cuando estoy muy feliz.  Esos momentos donde los astros se alinean con el centro del universo y los dedos de los pies consiguen esto en mi.  Una cuadra antes del punto de destino escuché su voz llamándome, un tanto lejano, a mi espalda. Sonreí y continúe mi marcha. A medida que avanzaba podía escucharla cada vez más fuertemente, a lo cual aminoraba mi paso para no alejarme y permitirle que me alcanzara.  Esto se sucitó varias veces más en el corto trayecto, yo aminoraba mi marcha gradualmente mientras ella alzaba su voz y apresuraba el paso cada vez más. Cuando sólo quedan pocos metros para que me diera alcance y para llegar al punto jurado de encuentro me detuve suavemente, para así girar sobre mi centro y verla sonrojada por el esfuerzo y por el griterío, a sabiendas que se vendría mi merecida reprimenda.
- ¿Estás sordo o que? - Me recriminó furiosamente.
- No, te escucho perfectamente desde el primer momento - le confesé con audacia, sonriendo desafiantemente pero mirándola con dulzura.
- ¡Entonces me estas tomando el pelo!  ¿Eh? - Acusó ella como quien quiere declarar la guerra
- Para nada, solo es que amo como resuena mi nombre en tus labios y quise disfrutarlo lo más que pude ...
Ella me miró y sonrió, yo sabía que de una manera u otra era hombre muerto. Aun así valía la pena, espero que ella me bese antes de asesinarme merecidamente.